Mi casa. Mi hogar. Y, además mi lugar de trabajo. ¿Quién me lo iba a decir?

Afortunadamente, ahora comienzo a darle la importancia que merece. No es  sólo un lugar con muebles y objetos personales. Nuestro hogar es  además un espacio sagrado, íntimo.  He tomado conciencia, de lo que acontece dentro de él, y de cuál es mi relación con este espacio tan personal,  gracias al libro “La Ciencia del Lenguaje Positivo” (Luis Castellanos). Libro totalmente recomendable, con grandes aprendizajes, lecturas, ejercicios, etc. Trata sobre cómo nos cambian las palabras que elegimos. De cómo el lenguaje positivo cambia nuestra visión de nosotros  mismos, de los otros, del mundo…! Fascinante!!

Uno de los grandes descubrimientos de este libro, para mí, es que ha hecho que me dé cuenta (y ponga atención y acción) a cómo salgo de casa, cómo llego a casa, y cómo estoy en casa.

Nuestra casa, nuestro hogar, lugar donde nos sentimos protegidos, cuidados, arropados. Donde nos sentimos bien, “agustito”.  Es un lugar donde acumulamos nuestros objetos más preciados como libros, cd´s, cuadros, espejos, ropa, perfumes, etc. Menaje de hogar, herramientas, objetos deportivos, etc. y un montón más de  recuerdos…

Todo eso forma parte de nosotros, de nuestra historia vivida. Pero, lo más importante, y que no debemos olvidar nunca, es que él habitan las personas más importantes para nosotros. Tanto el lugar como las personas que conviven en él merecen nuestro respeto. Si, parece obvio, pero no lo es tanto. Piénsalo un instante.

¿Se lo damos? ¿Siempre? ¿Cuándo no? ¿Por qué?

 

Si me lo permites, voy a continuar con algunas otras preguntas que me  inspiran tras la lectura del libro. Confío en que puedas responder (aunque sea en bajito o mentalmente) con total honestidad y sinceridad;

– Cómo salgo de casa; ¿Con qué actitud cierro la puerta?, ¿Qué palabras me digo cuando me alejo y, camino hacia la salida?, ¿Cuál es mi emoción? ¿Qué siento cuando dejo atrás mi casa para ir a trabajar?, etc.

– Cómo llego a casa; ¿Con qué energía cruzo la puerta? ¿Cómo  se siente mi cuerpo?  y ¿ mi mente, cómo se encuentra? ¿Qué tipo de palabras digo al entrar? ¿Qué perciben de mí, mis seres queridos cuando entro?, ¿Sonrío?, etc.

– Cómo estoy en casa; ¿Qué posición corporal tengo? ¿Qué siento? ¿Qué lenguaje utilizo para comunicarme con  el resto de personas (pareja, hijos, padres, amigos, etc.) que conviven con migo?  ¿Qué lenguaje utilizo conmigo mism@ cuando estoy en casa? ¿Qué gestos y/o acciones predominan en nuestra casa? ¿Qué tono de voz predomina en nuestro hogar? ¿Qué tiempo compartimos juntos? ¿Es un tiempo de calidad?

 

Lo mágico, es que puedes avanzar mucho sólo tomando conciencia de éstas preguntas (y otras que puedan surgirte)  y tenerlas presentes.

 

El libro que antes mencionaba, “La Ciencia del Lenguaje Positivo”, además propone algunos pequeños consejos para convertir o reconvertir “nuestra casa” en un lugar mágico, creativo, lleno de más amor y  más comprensión.  Tras mi lectura, he reformulado  (entre todos lo que proponen) cinco ejercicios  que bajo mi punto de vista, son fácilmente realizables y pueden tener un impacto positivo en todos los miembros de tu casa. Puedes hacer uno, tres, todos o ninguno. Depende de ti. Es una oportunidad para fortalecer los lazos de tu familia y pasar un tiempo de calidad con ellos.

 

Allá voy, leed con atención:

Primer ejercicio; Elegid un espacio confortable ,para entre todos crear la lista de palabras positivas, palabras que necesitan las personas que comparten la vida contigo y que les haría estar más abiertos, receptivos, alegres,  motivados (te quiero, tú puedes, gracias, besar, adelante, confío en ti, etc.). Una vez terminada la lista, sed creativos para exponerlo en algún lugar visible y encontrarle un lugar importante. ¿Quizá un cuadro?, Colocar post ít  de colores como recordatorios, escribirlo en alguna pizarra, etc.

Segundo ejercicio: Igualmente, todos reunidos se deberían escoger y escribir, aquellas palabras, gestos y acciones que nos restan energía, que nos desalienta, nos frustra o enfada. Aquellas palabras que hacen daño; imposible, fracaso, no te escucho, mal, etc. Este es el tipo de lenguaje que debemos minimizar. Sed creativos igualmente, y quizá podáis guardarlas en un bote de cristal, y ponerle una etiqueta que os ayude a recordar.

Tercer Ejercicio: Tómate unos minutos antes de entrar en casa, para realizar unas respiraciones profundas para cargarte de nuevo de  energía. Te servirá para mentalizarte que entras en un lugar sagrado. Intenta emitir una sonrisa en tu rostro cuando abras la puerta.

Cuarto ejercicio: Incrementar los SIES, e intentar reducir los NOES. Toma conciencia de cuantas veces decimos «no» a lo largo de día, es increíble! El NO paraliza, corta, evita cualquier posibilidad, anula… Probad a ver otras alterativas y reformular las frases que os decís. También podéis dar rienda suelta a la imaginación y haced algo para recordar la presencia del SI en vuestros hogares.

Y, quinto ejercicio: cread  un mantel de la familia personalizado. Si! Jugad! Divertiros! Poned música que os inspire y a dibujar, escribir,  recortar y pegar aquello que os trasmita la música, y las emociones positivas que experimentéis. Pueden ser temáticas como “Vacaciones”, “Navidad”, etc. Dejaros llevar!!!

¿Fáciles verdad?

¿Qué vas a empezar a poner en práctica desde mañana mismo?

 

Inhalo sorpresa, exhalo siempre gratitud.

PD: Gracias a los autores del libro “La Ciencia del Lenguaje Positivo” por escribirlo y compartir sus conocimientos y experiencias. Es un libro tan inspirador y tan  cargado de aprendizajes que merece que más gente lo conozca!

Foto de portada obtenida de AliExpress.