En esta época de semana santa, quitando las torrijas y la cerveza en la playa, todo respira mucho sufrimiento.

Las procesiones, el ambiente, los pasos, las imágenes, los preparativos… y todo lo que rodea a la Semana Santa, he visto mucho sufrimiento.
Sufrimiento reflejado en las caras, en los ojos, en las oraciones, en los llantos … (un nudo tengo ahora en el estómago de recordarlo)

Mira.

Quiero contarlo con respeto, disculpad sino lo logro.

Sin querer profundizar, con estas tradiciones, esta cultura y esta religión me he criado y, en cierta manera creo que de manera inconsciente hasta ahora, me ha condicionado la manera de pensar, de hacer e incluso de SER.

He sufrido mucho, por muchas cosas.

Cosas «tontas», porque ahora sé que ninguna era necesaria ni ponía en peligro mi vida ni la de mi familia.

Muchas eran «inventadas» por mi mente, otras no era responsable ni siquiera podría intervenir.

Ninguna «cosa» por la que sufrí era vital y esencial.
Ninguna.

Pero cuánto daño me han hecho… me he culpado y auto flagelado (en sentido figurado) demasiado y en muchos momentos de mi vida.

Ya no, no quiero.
He aprendido que se puede vivir de otra manera, totalmente distinta, disfrutando y aprendiendo.

El sufrimiento NO es necesario, me acarrea mucho desgaste.

Gracias Maria Gutiérrez (Psicóloga de Carrera Profesional y Empleabilidad) por enseñarme esto entre otras muuuchas cosas, en Te Mereces, por Hiwook

Agradecida por esta esta lección tan valiosa para mi vida por su impacto en mi salud y en la de mi familia.




PD: la imagen es uno de mis #mantrasdeldía

 

¿Qué opinas tú?

¿Para qué existe el sufrimiento?

¿Algún beneficio encuentras?

¿Te resuenan alguna de estas palabras?

Inhalo sorpresa, exhalo siempre gratitud.