Egolandia es un país ubicado en nuestro interior y consta de dos polos muy opuestos. En un polo reina el YO más inconsciente e individualista, y, en el otro polo, se instala un YO más consciente y poderoso. Normalmente estamos más instalados en el polo del Yo más egoísta; siendo el más extendido, pues tenemos que demostrar constantemente al otro quien somos y lo que valemos!; pero el más gratificante y difícil de conseguir, es el segundo Yo. Ese que no es tan obvio y que debemos salir a explorar. Ese YO esencial, que parte del autoconocimiento.
Ese YO más individualista, se hace presente en entornos, donde el “yo” está por encima del “nosotros”. Con amigos, familiares o compañeros de trabajo, ese yo, siempre aparece egoísta, con tintes de máxima sabiduría, superioridad y prepotencia. Donde la persona está por encima de todo y de todos. Se cree el centro, un ser superior que no tiene en cuenta ni escucha al otro. Aparece en frases del tipo; “gracias a mi”; “si no fuera por mi”; “yo tengo la respuesta”; “yo ya lo dije”; “si me hicieras caso”, “ya lo decía yo”, “yo si fuera tú haría”, etc.
¿Lo reconoces? ¿Cuántas veces al cabo del día lo oyes? , y tú ¿cuántas veces lo pronuncias? Te animo a que las apuntes.
Sí, porque en ocasiones, aunque presumamos de ser generosos y trabajar en equipo, también utilizamos estas frases en el día a día. Así que sé consciente, y estate atento a las veces que aparece el yo en tus frases, visto desde este prisma.
Si me lo permitís, os recomiendo un ejercicio para apaciguar este Ego. Practicar el “no lo sé”. Escoge conscientemente un día y diviértete diciendo NO LO SE, no tengo ni idea. Cada vez que te sorprendas emitiendo juicios, dando consejos, haciendo suposiciones, etc. detente y di sin pudor ni vergüenza, “no lo sé”. Observa qué impacto tiene en ti, decir esta frase en alto y delante del Otro. Y, cómo impacta en el otro, tu respuesta.
Este último ejercicio, te conecta y orienta hacia el otro polo, el YO más interior, poderoso, generoso y humilde. Este YO, parte, por comenzar a ser más consciente de uno mismo, y de cómo se expresa y se ve a sí mismo. Sin importarle demasiado, la imagen que queremos proyectar al otro. Lo que verdaderamente es relevante, es cómo eres tú mismo, conocer a tu YO esencial. Y, para eso, hay que salir a explorarse y descubrirse. Hay que cambiar el foco, y dirigirlo sobre uno mismo, y no sobre los demás. Es el primer paso, hacia el autodescubrimiento. Sólo desde aquí puedes dar lo mejor al otro, sin dominarle ni imponerle, solo respetándole, porque primero tú te has respetado.
“Sólo cuando te respetas, te valoras, te consideras y te amas de verdad, te conviertes en una persona sanamente egoísta” (A. Rovira)
Inhalo sorpresa, exhalo siempre gratitud.
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