“Venga”! Vamos!

Date prisa!

Hij@ corre que no llegamos.

No tengo tiempo.

No me da la vida.

Cuando tenga un momento te lo miro.

Esto tenía que estar para ayer!

                                                                      Si a ver si buscamos un hueco y quedamos…

 

¿Os reconocéis?

¿Quién no ha dicho una de estas frases en la última semana?

Yo misma levanto la mano. Son palabras que repito y oigo a otros todos los días.

La prisa nos trapa. Nos invade y nos domina.

Nos arrastra, a lugares donde no queremos estar.

Cuando somos dominados por la prisa dejamos de ser nosotros mismos. Ella toma el poder de nuestras acciones y de nuestros pensamientos. Y tienes grandes implicaciones, una de ellas, es que cuando la prisa se apodera de nosotros, nos resta CALIDAD.

Calidad operativa; cuando hacemos las cosas con prisas solemos cometer más errores, somos más ineficaces, nos entorpece la toma buenas decisiones y nos volvemos más despistados.

También nos resta calidad en la salud; vivir en un continuo de prisa (y agobio) hace que suframos. Nuestro cuerpo y Nuestra mente se resienten. No es su estado natural. Dolores de espalda, cuello, cabeza … son resultados a veces de estar siempre anclados en la prisa.

Y, qué decir de cuando vamos en la carretera ¡ con prisa! Que sin ser conscientes nos jugamos la vida; la nuestra, al de los nuestros y la de los otros.

Pero además, nos resta calidad HUMANA. En todos los ámbitos de nuestra vida. Personal y profesional. Enfocados en la multitarea, y con una mente dispersa y revolucionada no nos deja centrarnos en lo IMPORTANTE. Que son las personas que tenemos alrededor nuestro, con las personas que compartimos espacio, y mucho menos, claro, nos deja espacio y “tiempo” para enfocarnos en nosotros mismos.

Por supuesto que también afecta a nuestra Calidad del lenguaje, empobreciendo nuestra comunicación con los demás, reduciendo las palabras que utilizamos en nuestro discurso, minimizando las sílabas… Casi las palabras bonitas, las de reconocimiento, la de crecimiento, se van evaporando … e incluso erradicando todas las formulas de cortesía ( buenos días, por favor, gracias, perdón, …)

Ante la prisa, PAUSA.

La pausa nos dota de conciencia y reflexión, y nos proporciona tiempo para salir de la tarea. La pausa nos proporciona espacio para saludar, mirar a los ojos del otro y preguntar como está. La pausa nos permite tomar aire y respirar antes de tomar una decisión.

¿Qué tal una pausa

… para preguntar cómo estamos de energía antes de comenzar una reunión?

… para conocer qué siente nuestra familia ante una adversidad?

… para hacer sentir cómodo al compañero que acaba de incorporarse ?

… para abrazar?

… para estirarte?

… para comer disfrutando?

Siempre digo que sólo desde la calma, ofrecemos nuestra mejor versión. Y cada vez estoy más convencida. Reconozco que me cuesta, pero sigo  trabajando continuamente este mantra. Intentado no dejarme arrastrar. Frenando, derrapando pero también a veces descarrilando…


Como siempre, unas preguntas para la reflexión:

Tú “cómo te llevas” con la prisa?

¿Qué sensaciones te produce?

¿Qué ritmo sería ideal para ti?

¿Cómo podrías conseguirlo?

¿Qué pequeña rutina te haría “frenar” en tu día a día?

Compártela con alguien y anímate a seguirla!

Inhalo sorpresa, exhalo siempre gratitud.

Feliz verano sin prisas!!